martes, 14 de enero de 2025

Cats (2019): Una joya cinematográfica incomprendida

La historia sigue a un grupo de gatos conocidos como los Jellicle, quienes se reúnen una noche concreta para participar en el ritual Jellicle Ball. Durante este evento, liderado por Old Deuteronomy (Judi Dench), se elegirá al gato que tendrá el honor de ascender al "Heaviside Layer", para dejar su actual existencia atrás y comenzar una nueva vida. 


A lo largo de la película, cada gato presenta su caso a través de números musicales dignos de Pesadillas, desde la deslumbrante Bombalurina (Taylor Swift) hasta el nostálgico Gus (Ian McKellen). Entre ellos destaca Grizabella (Jennifer Hudson), una paria rechazada por los demás, cuyo conmovedor canto de "Memory" busca redención (quizá debería haber seguido los pasos de Aloy). En Cats, somos invitados a reflexionar sobre una verdad universal: nada dice "estoy satisfecho con mi vida" como cantar una balada desgarradora sobre lo genial que eres mientras intentas aplastar a tus rivales para conseguir una segunda oportunidad en la existencia. Es inspirador, la verdad. 

Seamos honestos por un momento: esta nueva versión de Memory no hay por donde cogerla. No soy muy fan de las comparaciones, pero en este caso es inevitable que comentemos el crimen. Todos hemos escuchado alguna vez la versión de Elaine Paige y aunque seas un novato en esto de los musicales, se te eriza la piel y el sentimiento que transmite la canción te llega hasta lo más profundo de tu ser. En cambio, la versión de Jennifer hudson no nos dice absolutamente nada. De hecho, el instinto dice que es mejor quitar esta parte (o toda la película). 


Cada canción nos recuerda lo especiales que son estos gatos. Que si el mago Mistoffelees (Lauri Davidson) es un genio encantador, que si Jennyanydots (Rebel Wilson) tiene el control absoluto de su territorio, o que Rum Tum Tugger (Jason Derulo) es demasiado rebelde para comprometerse con nada (excepto con su ego). ¿Y Grizabella (Jennifer Hudson)? Bueno, ella solo anhela un poco de aceptación, pero los demás están demasiado concentrados en lucirse en un enfrentamiento musical que parece más una lucha de gladiadores al estilo de Máximo Décimo Meridio (Russell Crowe) que un simple baile de un musical de mala muerte. 


Hablemos también del vestuario (o del no vestuario). Es realmente inquietante la inconsistencia de Cats en cuanto a este tema. En algunas escenas, los gatos están adornados con trajes y accesorios, lo que les da un aire teatral interesante. Pero en otras, simplemente aparecen con pelajes digitales y sus cuerpos parecen estar desnudos, lo que crea una sensación y una experiencia de lo más perturbadora. 

Lo más desconcertante es que, aunque estos felinos son técnicamente antropomorfos, la falta de ropa en ciertas escenas hace que se perciban como desnudos, lo que genera cierta incomodidad, que mezclado con el despropósito del resto de la película, no nos ayuda a tragarla sin un poco de agua. A pesar de que los gatos reales no usan ropa, ver un gato humanoide sin vestimenta parece romper la ilusión de que estamos viendo algo fantástico, y en su lugar nos enfrenta a unos seres antropomórficos sin pudor ninguno haciéndonos esta experiencia aún más incómoda si es posible. 


Es fascinante cómo los Jellicle Cats logran equilibrar su increíble amor propio con un ansia desesperada por escapar de sus vidas actuales. Al parecer, ser un gato es lo mejor que te puede pasar... a menos que puedas ascender a un plano etéreo para un nuevo renacer, porque ¿quién quiere quedarse en el barrio cuando puedes ganar una suscripción premium a la existencia? 

Mientras tanto, el malvado Macavity (Idris Elba) conspira para eliminar a sus competidores y asegurarse un lugar en el paraíso felino. Todo esto se desarrolla en un Londres nocturno, en el que los efectos digitales y los números musicales intentan recrear la magia del musical original de Andrew Lloyd Webber. 

Cats es mucho más que una película; es una experiencia sensorial que redefine los límites de lo que el cine puede (o debe) ser. Tom Hooper nos lleva a su mágico mundo con una visión tan audaz que resulta difícil saber por dónde va a continuar la siguiente escena. 

Desde los efectos visuales, que convierten a actores consagrados en felinos con piernas, manos y dientes humanos que invadirán tus pesadillas, hasta un montaje tan incoherente que te hará preguntarte si estás viendo el mismo filme en cada escena. Cats, en definitiva, es una obra que desafía cualquier expectativa. 

El reparto es digno de mención: ¿quién podría olvidar a Ian McKellen maullando o a Judi Dench rompiendo la cuarta pared como si quisiera asegurarse de que compartimos su incredulidad ante lo que estamos viendo? Y qué decir de Taylor Swift, cuyo número musical añade un nivel de surrealismo que no sabíamos que necesitábamos hasta ese momento. 

La película no teme arriesgarse: su fidelidad a los movimientos originales del musical se traduce en coreografías felinas que oscilan entre lo hipnótico y lo perturbador. Y esa banda sonora, que se mezcla con un diseño de sonido que hará que tus oídos trabajen horas extras para procesar lo que escuchan.

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