Nació en Suiza, donde tuvo una infancia relativamente feliz,
¿quién no tiene algún trauma en su infancia?, pero en su juventud ya se
convirtió en una rebelde sin causa, algo que ya se veía venir, pues muy joven
se enfrentó al cura de su colegio. Pero tal vez lo más difícil fue enfrentarse
a su padre, que se obstinaba en que Elisabeth trabajase en su oficina, cuando
ella tenía muy claro que quería ser médico y aliviar el sufrimiento humano. Esa
falta de entendimiento y la cabezonería de ambos la llevaron a trabajar interna
en una casa durante una temporada.
Vivió la II Guerra Mundial, hecho que no había de pasar por
su vida sin dejar huella y que la permitió hacer lo que ella siempre había
querido: aliviar el sufrimiento. Tras la guerra se fue a Polonia con una
especie de ONG y allí cooperó de voluntaria.
Aquí hay una parte del libro que me conmueve especialmente y
que transcribo literalmente porque creo que nadie lo sabe contar como ella. Es
el comienzo del capítulo 10, al que titula: < Las Mariposas>.
<< Yo
hablo de amor y compasión, pero la mayor enseñanza sobre el sentido de la vida
la recibí en un sitio donde se cometieron las peores atrocidades contra la
Humanidad.
Antes de marcharme de Polonia asistí a la ceremonia de
inauguración de la escuela que habíamos construido. Desde allí viajé a
Maidanek, uno de los infames laboratorios de muerte de Hitler. Algo me impulsó
a ir a ver con mis propios ojos uno de esos campos de concentración; tenía la
impresión de que verlo me serviría para entenderlo.
…
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