Llegados a este punto no sabía qué esperar de esta temporada. La primera había sido fantástica y la segunda había pegado un bajón. Podía salir o muy bien o muy mal.
Para mi suerte, salió bien.
En esta tercera temporada vamos a ver muchísima evolución de los personajes, y otros tipos de problemas del día a día que no se habían tratado anteriormente.
En cierto modo, la serie ha ido evolucionando como lo habría hecho en la vida real.
Actitudes absurdas, cosas que salen mal, gente que se comporta como gilipollas o el apoyo de los amigos. Altibajos emocionales, autocuestionamiento sobre gustos y personalidades, y ahora como nuevo: cuestionamiento sobre género.
¿Somos conscientes de la cantidad de prejuicios que teníamos en el instituto?
¿Cómo mirábamos a los que eran un poco diferentes?
¿Cómo lo pasaban mal al llegar a casa?
Y también mucha concienciación sobre las relaciones. No tienen que ser perfectas, todas son distintas y tienen distintos problemas, y no hay una sola manera de solventarlos, pero hablarlos siempre viene bien.
No renunciar a quiénes somos.
Buscar nuestra libertad y felicidad.
No cerrarnos a nuevas situaciones, estar dispuestos a aprender.
Valorar a nuestros amigos.
Valorar a la familia.
No cerrarnos a cambios y pedir ayuda si lo necesitamos.
Esto y mucho más lo aprenderemos en Sex education, o puede que no. Es una serie que engloba tantos aspectos, que es prácticamente imposible que no nos veamos reflejados en alguno de ellos.
Puntuación: 4/5
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