Veronica.
Había solo una cosa que deseaba en este mundo, y era una ración grande de patatas fritas.
Estábamos en el McDonald’s del aeropuerto, después de haberme enfrentado a dos de mis cosas menos favoritas de viajar: que los de seguridad intentaran convencerme de facturar mis patines y que, de hecho, tardase una barbaridad en pasar el control porque había todo un equipo de hockey delante de mí en la cola.
-La salsa barbacoa es lo mejor-dije, y crucé los tobillos sobre mi maleta.
Micah, que estaba sentado frente a mí, frunció el ceño como si acabase de confesar mi amor por escarbar restos de comida en el cubo de basura.
-Me avergüenzas. La respuesta es mayonesa. -Para ilustrar su afirmación, mojó una de sus patatas fritas en la salsa-. Con un poco de sriracha, a ser posible. - Brooks hizo como que vomitaba sobre su comida-.Me mata que McDonald’s no la ofrezca.
Brooks puso los ojos en blanco.
-McDonald’s es una multinacional perversa. -Sacó la lechuga de su hamburguesa de pescado y se la comió aparte-.Tenéis el paladar atrofiado, los dos. El kétchup es una buena salsa. Teriyaki, vale. Gochujang, está bien. El resto sabe a sobaco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario