viernes, 20 de septiembre de 2024

[Página 42] Un reino feliz - Nicholas Avedon



 Y entonces sé que algo va mal.

Estoy de nuevo en el parking. En la planta -1. Es imposible, acabo de tomar la rampa de salida hacia arriba y, sin embargo, sigo allí. Enciendo la radio y no hay señal. Pienso que es normal, estoy bajo tierra.

*

Vuelvo a tomar la rampa de salida, esta vez la del otro lado, diciéndome a mí mismo que estoy atontado. Llevo todo el día aturdido. Qué imbécil.

Pero no. El mismo parking me espera, cada vez con menos coches. Busco la salida de nuevo y me doy tiempo para interpretar bien los carteles. Estoy tan tonto que debo estar dando vueltas y vueltas como un perro que busca su rabo. Busco. Busco, pero no encuentro ningún cartel rotulado con la salida. No veo ninguna flecha hacia arriba, ninguna rampa que suba. Ahora solo veo rampas hacia abajo. Doy vueltas y vueltas y cuando me quiero dar cuenta no veo a nadie en el parking, solo mi coche y algunas bolsas de plástico perdidas aquí y allá, que se mueven erráticamente y sin fuerza, a pesar de que en un lugar como aquel no debería haber corriente de aire. 

*

Allí donde estaba antes la entrada al entro comercial solo hay unos poyetes de cemento, pero al menos hay gente. Parecen estar esperando. Paro el coche y, sin quitar las llaves, me bajo a preguntar. Conforme me acerco a ellos con pasos rápidos, reconozco algunos rostros. Grises, ajados y descuidados. Me hacen señas para que me acerque. Ríen al verme, visten con harapos y las uñas de sus pies sobresalen de unos zapatos podridos.




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