Te he visto como una depredadora por ahí dando vueltas que una lavadora.
-Delia alzó las cejas, ofendida.
-¿Perdón? ¡No ha sido así!
-Pues te habré confundido con tu amiga.
-Vale, mira -dijo-, estoy teniendo un día de mierda, en mi vida de mierda, si eso es lo que preguntas, y además me han prohibido la entrada en El Corte Inglés. No he venido aquí un miércoles sola a que tú me vigiles con prismáticos.
La camarera sonrió, entretenida.
-Pero te pasa una cosa, rubia, y es que eres tan fácil de vigilar.
Delia la vio beberse un chupito e intentó no mirarle los tatuajes junto al ombligo.
-Hace mucho que no hago esto - siguió justificándose-. No estoy en modo depredadora, es un… Estoy atravesando una ruptura sentimental.-Me alegro de que no sea una ruptura de menisco.
-Vete a la mierda…-Pero se rio-. ¿Cobras por incordiar?
-¿Hace cuánto?
-¿¡Qué?! -Cambiaron la música y Delia ya no la oía.
La camarera se acercó y se inclinó sobre la barra y, de pronto, estaban peligrosamente cerca.
-¡Que si te ha dejado hoy la encargada de El Corte Inglés!
-¡No, a ver, me dejó hace seis meses..! ¡No era de El Corte Inglés! ¡No me ha dejado El Corte Inglés! - Cuando Delia le devolvió la mirada, la camarera estaba aguantándose una sonrisa privada, suya-. Vale. Te estás cachondeando. Vale, oye, esto no me hace gracia. ¿Qué me miras así? - Delia fingió que no lo disfrutaba -. ¿Te estás riendo a mí porque soy una patética?
-Qué va. Te estoy escuchando.
-Mis ojos están aquí arriba.
-No me has respondido, antes - le dijo entonces-. ¿Qué has venido a hacer hoy aquí sola, Delia?
Ella bebió un trago de su cubata y colocó los codos sobre la barra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario