Mi única familia era un señor mayor que me había recogido de un orfanato de Segovia cuando apenas tenía cuatro años de edad. Lo éramos todo el uno para el otro.
Mi "abuelo" dirigía una tienda de antigüedades sobre la que se encontraba la casa en la que vivíamos: "un entorno idóneo para criarme, rodeado de piezas con espíritu", como solía decir. "Hijo mío, todo lo que ves aquí tiene alma", y con esta frase comenzaba relatos muy diferentes sobre cada uno de los valiosos objetos que custodiaba en el negocio.
Fueron tantas las enseñanzas que me transmitió que, con solo diecisiete años, sabía más de Historia que mi profesor. Sin embargo, siempre rehusaba hablar acerca de la vieja cómoda del siglo XI, que permanecía cerrada desde hacía años con una llave que jamás había visto.
El día que cumplí dieciocho años. después de pasar una feliz jornada con mi abuelo y nuestro único mejor amigo, aproveché que ambos se fueron a dormir para quedarme a solas en la tienda, lo cual me producía siempre una de las sensaciones más placenteras hasta entonces conocidas. Me disponía a hojear alguno de los viejos códices cuando divisé una extraña protuberancia sobre la misteriosa cómoda. ¿Una llave? ¿Sería "la llave"? Sin pensar por qué habría aparecido de repente, si mi abuelo aprobaría mi osadía, si eso estaría bien o no, me precipité hacia el mueble y, dudando de que aquella fuera la clave del enigma escondido durante tantos años, la introduje en la oxidada cerradura con pulso firme y actitud desconfiada.
Hola, no esta mal el texto, no se ahora mismo de que libro es pero buscare info.
ResponderEliminarGracias, saludos
El libro es como tu y como yo jejejeje
EliminarBesos :3