miércoles, 29 de mayo de 2024

[Página 42] Nunca es tarde para subirse a un árbol - Jaco Jacobs

 Reinaba un silencio sepulcral.

—Es evidente que ya se ha ido —⁠dijo Leila.

—Yo me quedo aquí —avisó su madre.

Cuando se hizo patente que el acechador nocturno no pensaba regresar de inmediato, empecé a relajarme.

Bostecé.

Por enésima vez deseé tener conmigo mi teléfono móvil para poder ver qué hora era o al menos jugar a algo para pasar las horas. Aunque de haberlo llevado encima, lo más probable era que a esas alturas la batería ya se hubiese agotado, teniendo en cuenta que el mío era el móvil más viejo de la casa. A veces pensaba que Noé, en su Arca, debía de tener un Nokia igualito que el mío. Resultaba imposible saber cuánto tiempo me había quedado adormilado. Y lo más probable era que Leila no hubiera podido ni siquiera cerrar los ojos ya que a mí me había correspondido el primer turno de sueño.

Se me puso de nuevo la piel de gallina, pero por suerte esta vez no era como consecuencia de oír ruidos misteriosos en la oscuridad, sino porque hacía bastante frío.

El silencio me estaba poniendo nervioso, de modo que me aclaré la garganta y hablé.

—Mmm…, estás perdido en una isla —⁠dije⁠ , y solo tienes tres objetos contigo: un periódico, un trozo de cuerda y una chocolatina. ¿Qué harías con ellos?

Leila rio.

—Lo del periódico es fácil. Lo doblaría para hacerme un sombrero con el que protegerme del sol… con una visera para no quemarme y acabar roja como una langosta.

—Si la cuerda fuese lo suficientemente larga, me tejería una hamaca —⁠dijo la madre de Leila⁠—. Y luego me tumbaría en la hamaca y me pondría a leer el periódico hasta que llegara alguien a rescatarme.

Sonreí.

—Lo de la chocolatina es lo más fácil. Yo me la comería.

—¡No! —exclamó la madre de Leila⁠—. Yo la colocaría en un lugar estratégico para atraer bichos. He leído que, cuando estás en un sitio aislado sin nada de comida, los insectos son una fuente de proteínas excelente.




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