domingo, 16 de marzo de 2014

[Página 42] 100 años de soledad

Puso frente a sus ojos el mazacote seco y amarillento, y le preguntó <¿Qué te parece?> José Arcadio, sinceramente contestó:
-Mierda de perro.

Su padre le dio con el revés de la mano un violento golpe en la boca que le hizo saltar la sangre y las lágrimas. Esa noche Pilar Ternera le puso compresas de árnica en el hinchazón, adivinando el frasco y los algodones en la oscuridad, y le hizo todo lo que quiso sin que él se molestara, para amarlo sin lastimarlo. Lograron tal estado de intimidad que un momento después, sin darse cuenta, estaban hablando en murmullos.
-Quiero estar solo contigo -decía él- Un día de estos le cuento todo a todo el mundo y se acaban los escondrijos.
Ella no trató de apaciguarlo.
-Sería muy bueno -dijo- Si estamos solos, dejamos la lámpara encendida para vernos bien, y yo puedo gritar todo lo que quiera sin que nadie tenga que meterse y tú me dicen en la oreja todas las porquerías que se te ocurran.


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