Había quienes
gritaban tras máscaras de carnaval –monstruos con plumas negras o espeluznantes
caras blanquecinas con largas narices retorcidas-. Otros se apoyaban en los
puestos de bebidas, vaciando a grandes tragos vasos de cerveza y pintas de
ginebra. Las casetas de baile se movían y palpitaban al ritmo de los violines,
mientras pandillas de rufianes merodeaban por el camino, golpeando sombreros y
gritando.
Wild Boy solía contemplarlo todo a través de una grieta de
la pared, sentado durante horas. Era el único momento en que se relajaba
–olvidando su propia vida y observando la de los demás-. En ocasiones, sentía
como si saliera flotando por la grieta y se mezclara con aquel espectáculo,
viéndolo todo…
Pero aquella noche no podía tranquilizarse. No solo por la
pelea durante el espectáculo, sino por el lugar en el que se encontraban.
Greenwich estaba cerca de Southwark, y de su antiguo hospicio. Aún le dolía
recordar todas las veces que habían acudido extraños a su cuarto para
contemplarlo. En cada ocasión, la esperanza de que hubieran ido a ofrecerle una
vida diferente, una vida normal, le había desbocado el corazón. Pero en
realidad, habían pagado al señor Bledlow para ver al bicho raro. Y hoy se había
dejado arrastrar de nuevo por aquella misma fantasía estúpida. Ya debería haber
aprendido la lección.
¡Hola!
ResponderEliminarMe gusta mucho :333
Me alegro de que te guste jejeje
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