Cada noche, Ale y Ale, marido y mujer, miran hacia un mismo televisor pensando en cosas demasiado distintas. Uno de ellos ahora mismo tiene en la punta de la lengua la respuesta correcta del concurso que ven cada noche. L otra parte de la pareja piensa desde hace unas semanas en una persona que no es la que ahora mismo se sienta a su lado. Una persona que le hace sentir una ilusión que ya creía perdida.
Piensa, mientras se muerde los labios, en todos los momentos nuevos que está viviendo: conversaciones serias que acababan en sonrisas; el rozar accidental de sus manos al coger el vaso de café de la máquina, las miradas a escondidas entre todos los compañeros de trabajo; esas pequeñas bromas de ordenador a ordenador, de móvil a móvil; esas coincidencias buscadas en el interior del ascensor...
Todos esos pensamientos le golpean en una conciencia cada vez más débil, más difusa; una conciencia que ya no es capaz de distinguir la frontera entre el intento y el engaño.
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