jueves, 26 de junio de 2014

[Página 42] Never, el caballero de la luna.


Se aseguró de que nadie lo seguía o lo vigilaba, se tapó la cara con las andrajosas túnicas de la bruja y se aproximó a la yegua por la espalda.
-Venganza.
La yegua relinchó, algo asustada por aquella voz en el aire, se dio la vuelta y al verlo sintió que su corazón le había vuelto a latir.
-<<¿¡Dónde estabas?! Los soldados comenzaron a disipar a la gente del mercado, había gritos pero no te vi... ¿Qué ha pasado?>>.
Foref suspiró.
--<<El rey envió a su sicario... después ordenó matarme>>.
La yegua, totalmente abordada por los nervios y el miedo, se apresuró a golpearlo suavemente en el pecho.
--<<¡No debiste bajarte de la silla, dijiste que no volverías a meterte en problemas!>>.
Por entre las callejuelas cercanas se escuchó el sonido de las espadas y las botas de los soldados. La yegua relinchó precipitadamente y le pidió al muchacho que subiera a su lomo. Foref frunció el ceño al notar que la hoja de la espada que llevaba bajo el brazo comenzaba a brillar. Se había manchado con algunas gotas de su propia sangre. Extrañado, antes de subir a la yegua pasó su mano por la hoja, y presintió cómo de la espada manó un fuerte flujo mágico acumulado.
--<<¡¿A qué esperas?! ¡Monta!>>-- le gritó la yegua desde el vínculo rápido.
Un grupo adelantado de los soldados que caminaban por entre las calles vieron al caballo negro y el resplandor de la hoja del rey. Algo atónitos comenzaron a aumentar su ritmo de caminata. Foref sabía que si lo habían visto y se lo contaban al rey, Skull acabaría siendo descubierto y metido en el calabozo. Por lo que con toda valentía mostró la espada, alejándose de la yegua, y la levantó en guardia, viéndose de nuevo rodeado por los soldados del señor de la oscuridad.
Venganza relinchó irritada y golpeó a uno de los soldados con el lomo, tirándolo al suelo por el desequilibrio.
--<<¡Sube y olvídate de ellos!>>.
--<<Si lo hago nos seguirán el rastro hasta Skull>>.
Algo agobiado por el considerable número de soldados, trató de concentrarse y recoger algo de flujo mágico, pero su capacidad era realmente nula. La espada volvió a brillar y de una extraña manera dirigió aquel flujo contenido hacia Foref, otorgándole el poder necesario para obrar como lo habría hecho un auténtico guerrero.
Sus pensamientos se bloquearon y solo un manto negro cubrió su mente, el silencio era tan abrumador que pronto pudo escuchar en la oscuridad una gotera que caía suavemente sobre el agua, creando suaves ondas.


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